El estado de la educación hacia 1910
Durante la realización del Congreso Nacional de Educación Primaria realizado en la ciudad de México en septiembre de 1910, los profesores Juan Rentería y Bartolo Guardiola informaban que en San Luis Potosí; funcionaban 539 escuelas de todos los niveles, una matrícula de 34 893 alumnos, distribuidas en dos zonas escolares, y se tenía una escuela por cada mil habitantes. El gasto en educación representaba la tercera parte del Presupuesto General del Estado, el gasto por alumno significaba $ 9. 91 cts. promedio al año. Las escuelas eran sostenidas por el estado, los ayuntamientos, propietarios de fincas rústicas, los vecinos de las congregaciones, por el Clero Católico, por misiones evangélicas, y por los padres de familia en las llamadas escuelas particulares[1]. A finales de la Revolución se estimaba que el analfabetismo se situaba en un 80 %. La oficina que administraba y dirigía la educación en el estado, estaba delegada en las atribuciones y responsabilidades que tenía los dos inspectores, titulares de las zonas escolares, en colaboración con la Junta de Profesores y la Academia General, cuestión que cambió hacia 1912.
La Revolución destruyó en gran medida el régimen porfirista, por ejemplo la forma de tenencia de la tierra, la organización de los trabajadores, la economía, la organización política, y desde luego afecto en gran medida las instituciones educativas, en muchos estados durante el periodo armado las escuelas dejaron de funcionar, algunos edificios fueron utilizados como cuarteles militares, caballerizas y bodegas de los bandos en conflicto.
En San Luis Potosí, si bien no esta suficientemente documentado y estudiado los efectos de la Revolución en el ámbito educativo, existen ciertos indicios que nos dan elementos para intuir que algunas escuelas como la Normal del Estado en diversos años clausuró sus funciones, sobre todo durante 1913 y 1914 cuando Huerta fungió como presidente del país, y el general Agustín Hernández, jefe de la zona militar asumió el cargo de Gobernador del Estado.
Durante la realización del Congreso Nacional de Educación Primaria realizado en la ciudad de México en septiembre de 1910, los profesores Juan Rentería y Bartolo Guardiola informaban que en San Luis Potosí; funcionaban 539 escuelas de todos los niveles, una matrícula de 34 893 alumnos, distribuidas en dos zonas escolares, y se tenía una escuela por cada mil habitantes. El gasto en educación representaba la tercera parte del Presupuesto General del Estado, el gasto por alumno significaba $ 9. 91 cts. promedio al año. Las escuelas eran sostenidas por el estado, los ayuntamientos, propietarios de fincas rústicas, los vecinos de las congregaciones, por el Clero Católico, por misiones evangélicas, y por los padres de familia en las llamadas escuelas particulares[1]. A finales de la Revolución se estimaba que el analfabetismo se situaba en un 80 %. La oficina que administraba y dirigía la educación en el estado, estaba delegada en las atribuciones y responsabilidades que tenía los dos inspectores, titulares de las zonas escolares, en colaboración con la Junta de Profesores y la Academia General, cuestión que cambió hacia 1912.
La Revolución destruyó en gran medida el régimen porfirista, por ejemplo la forma de tenencia de la tierra, la organización de los trabajadores, la economía, la organización política, y desde luego afecto en gran medida las instituciones educativas, en muchos estados durante el periodo armado las escuelas dejaron de funcionar, algunos edificios fueron utilizados como cuarteles militares, caballerizas y bodegas de los bandos en conflicto.
En San Luis Potosí, si bien no esta suficientemente documentado y estudiado los efectos de la Revolución en el ámbito educativo, existen ciertos indicios que nos dan elementos para intuir que algunas escuelas como la Normal del Estado en diversos años clausuró sus funciones, sobre todo durante 1913 y 1914 cuando Huerta fungió como presidente del país, y el general Agustín Hernández, jefe de la zona militar asumió el cargo de Gobernador del Estado.
Posteriormente cuando se instauró el Constitucionalismo, debido a una reorganización de los planes de estudio, las clases fueron suspendidas. Uno de los efectos más notorio, en el ´mabito nacional, fue que el analfabetismo se conservó cercano la 80% y la disminución en el numero de escuelas fue cercano a mil establecimientos, la matricula se conservó cercano a los 700 mil alumnos y, contrarimente el número de profesores se incrementaron en más de mil.
[1] México, Congreso N. de Educación Primaria, Tomo Tercero, México, Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1912, pp., 33-63.